En el Tolima, la política tradicional ha sido dominada por clanes, prácticas clientelistas y acuerdos de élite que han ahogado la voz de las bases y los nuevos liderazgos. Sin embargo, en medio de ese panorama, Olga Beatriz González ha trazado un camino que no no puede pasar desapercibido. No llegó al Congreso por herencia política ni por favores de familia, sino por el peso de una larga trayectoria de experiencias políticas, y vivencias construidas desde la empresa, el compromiso social y la defensa ambiental. En tiempos donde el Partido Liberal se debate entre la irrelevancia y la oportunidad histórica, su figura en el Tolima representa una alternativa real al interregno, la inercia y a la resignación política.
Uno de los puntos que llaman mi atención es su apuesta legislativa por causas que la política tradicional suele mirar con desdén o convertir en discursos vacíos. Su autoría de los proyectos que buscan reconocer como sujetos de derechos al río Saldaña y al río Combeima no es solo un acto simbólico, es una defensa jurídica de dos patrimonios naturales del Tolima que han sido sistemáticamente amenazados. A ello se suma su coautoría de la iniciativa para prohibir el fracking y regular los yacimientos no convencionales, mostrando que su agenda no se vende al extractivismo de turno ni a los intereses que han convertido al territorio en botín.
Mientras muchos congresistas reducen su trabajo a repartir cuotas burocráticas, Olga Beatriz ha buscado imperiosamente en traducir su labor en el Capitolio con impactos tangibles para la región. La promoción del régimen ZESE para incentivar inversión en el Tolima, las gestiones para atraer recursos y el impulso a debates sobre desarrollo sostenible son señales de un liderazgo que no se rinde y que entiende que la política no se limita a aparecer en fotos o de llenar de promesas a la gente. Su trabajo tiene un denominador común: unir lo normativo con lo territorial, lo técnico con lo humano (cosa que no puedo pasar desapercibida, porque antes de ser un gran político hay que ser un gran ser humano).
Aquí encaja la motivación que hoy circula entre sectores liberales de base: “No heredamos la política, la asumimos con dignidad, responsabilidad y sueños nuevos.” Esa frase no es un eslogan; es un desafío a la cultura política del departamento. Los liberales, progresistas y socialdemócratas que no se sienten representados por el actual modelo de partido ven en Olga Beatriz una oportunidad para abrir las puertas, convocar a las bases y refundar el liberalismo desde un frente amplio y participativo. Es un momento vital para dejar de administrar lo poco que queda y construir algo mucho más grande.
El tiempo de las excusas se acabó. Si el liberalismo del Tolima quiere sobrevivir, sus bases deben levantarse, articularse y exigir un cambio real. La política tradicional teme a la gente que piensa y actúa con independencia; por eso el momento de movilizarse es ahora. No se trata de esperar de hecho, un salvador, sino de respaldar a quienes ya están demostrando que hay que romper el molde y que otra política más Disruptiva es posible. Si la Representante Olga Beatriz González decide dar ese paso, no lo dará sola: miles de liberales cansados de la traición y el olvido estarán listos para empujar, desde las calles, las veredas y las redes, la refundación que el departamento merece. Porque, la política no se hereda… se asume con altura y dignidad.
Por:
Walter Duarte H - Columnista
Disruptivos por Colombia.
Excandidato a la Asamblea del Tolima.
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