1. Dos décadas de clientelismo y sometimiento.
No hay mal que dure cien años ni Tolimense que lo resista, pero ya vamos para veinte. Desde 2004, el Clan Barreto y sus aliados han dominado el escenario político del Tolima con una hegemonía construida a punta de clientelismo, burocracia, cooptación institucional y populismo barato. En las últimas cuatro elecciones territoriales, el Partido Conservador ha ganado tres gobernaciones (2015, 2019, 2023) y decenas de alcaldías, consolidando su maquinaria en municipios estratégicos. Esta concentración de poder ha naturalizado prácticas políticas perversas y ha secuestrado la democracia en amplios sectores del departamento.
2. Un departamento sometido al atraso y la desigualdad.
El resultado es evidente: el Tolima sigue estancado en los peores indicadores del país. Según el DANE, tiene una de las tasas más altas de pobreza multidimensional en la región Andina (26.8% en 2023), desempleo juvenil superior al 20%, y alarmantes cifras de desnutrición infantil, especialmente en zonas rurales e indígenas. Ambientalmente, el Tolima enfrenta un grave deterioro de sus cuencas hídricas, como el caso del río Saldaña. En derechos humanos, preocupa el aumento de amenazas contra líderes sociales, con más de 60 casos documentados en los últimos cinco años. Es el precio de una política que gobierna sin alma y sin futuro.
3. Coyaima, un faro de esperanza:
La elección atípica en Coyaima marca un punto de quiebre: el liberalismo, el progresismo, la socialdemocracia y los sectores alternativos supieron construir una victoria en unidad, a pesar de las adversidades y de la maquinaria. Esa victoria no solo tiene valor simbólico, sino estratégico. Es la prueba de que un proyecto político colectivo, cimentado en un frente amplio, puede derrotar al cacicazgo. Coyaima es hoy la punta de lanza para una cruzada democrática por todo el Tolima, que inicia con las elecciones juveniles de este año y se proyecta a las legislativas y presidenciales de 2026.
4. Votar bien para gobernar mejor:
La transformación comienza en las urnas, pero se consolida en el gobierno. No basta con derrotar al clan en campaña: hay que desmantelar su cultura política desde el primer día de gestión. Elegir bien el domingo implica pensar en lo colectivo, renunciar al oportunismo y romper el ciclo de favores por votos. Es necesario exigir un gobierno decente, transparente y orientado al bien común. La ciudadanía debe mantenerse activa, vigilante y propositiva. El cambio no es un evento: es un proceso que se construye con coherencia, decisión y constancia.
5. Juventud, mujeres y microempresarios: el nuevo eje del poder popular:
Los jóvenes, las mujeres y los microempresarios han sido sistemáticamente marginados o manipulados por el poder tradicional. Es hora de que se conviertan en protagonistas. Este año se eligen Consejos de Juventud, espacios clave para formar liderazgos nuevos y frescos. El próximo año se renueva el Congreso, y es el momento de exigir representación real. ¿Cuál es la agenda de estos sectores? ¿Dónde están sus propuestas sobre educación, empleo, equidad de género, economía solidaria y justicia ambiental? Si el pueblo Tolimense despierta, si se organiza y se proyecta, veremos cómo la victoria en Coyaima no fue una excepción, sino el inicio del fin del Clan Barreto. Y el comienzo de una nueva historia para los 47 municipios del Tolima.
Por:
Walter Duarte H - Columnista Disruptivos por Colombia.
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