Sobre la misma conmemoración se instala el nuevo congreso de la República de Colombia, en esta oportunidad con un giro notable sobre lo que representa para un pueblo oprimido la llegada esperanzadora de nuevos lideres y lideresas configuradas en los sentires populares y en las movilizaciones sociales versus la participación que habían tenido en los últimos 200 años los partidos políticos tradicionales. Más de 50 personas del común entre mujeres, indígenas, afros, campesinos, profes, jóvenes, artistas se posesionan conformando la denominada bancada del cambio, una apuesta prometedora en el nuevo Congreso de la República, y tal como ocurrió con el florero de Llorente hoy la expectativa que tiene el pueblo Colombiano sobre el inicio de un proceso de segunda independencia espera con ansias romper con el yugo de la corrupción, la exclusión, la discriminación, la guerra y la injusticia social que han tenido sometida la agenda política y que toman una absoluta relevancia dada la coyuntura.
El Tolima, la tierra de Pijaos, Coyaimas, Natagaimas, entre otras raíces étnicas sigue esperando con ansias los cambios mencionados, a pesar de que los resultados electorales demuestran una curiosa contradicción, una paradoja entre quienes decidieron apoyar con valía el cambio político a quienes esperan los cambios pero con timidez o miedo; una situación que han sabido capitalizar la dirigencia tradicional mantenida aún durante más de dos siglos, pero que hoy se enfrentan al desafío pragmático de: ¿Cómo traducir las buenas intenciones reflejadas en esos discursos y publicaciones en redes sociales en acciones, proyectos y programas que lleguen a satisfacer las necesidades, reclamaciones y demandas de las clases menos favorecidas aún cuando afectarían sus propios y desmesurados intereses?. Con el nuevo Congreso y gobierno el departamento del Tolima tiene una oportunidad de oro para dar un giro decidido en la política local, un cambio a esa hegemonía tradicional que ha tenido históricamente al departamento, sus municipios y gentes en el absoluto atraso, olvido y premodernidad…-Aquí llegan los BMW, pero no las carreteras-.
No hay que olvidar que por las históricas promesas incumplidas se han desencadenado terribles vejámenes como los 60 años de conflicto armado; se espera que el despotismo, la hipocresía y la incapacidad de la clase política tradicional tome un giro para representar verdaderamente al pueblo necesitado, de estar a la altura de la grandes transformaciones sociales y de generar bienestar común, el buen vivir para todos y todas.
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