Demasiados motivos y agigantadas razones debería tener hoy cualquier Colombiano para salir de su casa o su lugar de trabajo para manifestarse en contra de la situación crítica que hoy vivimos en el territorio nacional.
Comúnmente no me levanto a escribir artículos que converjan en un tema tan basto y general, evidentemente un asunto tan amplio y tan espinoso como el debate sobre la vida nacional, el bienestar social y el futuro de los Colombianos genera todo tipo de opiniones y desacuerdos. Sin embargo, después de recorrer buena parta del territorio Colombiano durante estos últimos años mi grado de sensibilidad y comprensión social aumentó, y después de analizar y examinar lo que sucede en Colombia desde sus regiones, como un todo, no pude contener mi indignación manifestada en las luchas personales y profesionales que he dado, y hoy en particular, la que deseo expresar caminando las calles de la ciudad musical de Colombia y en las lineas que describo en este sentido escrito.
¿Qué es lo que me produce indignación en Colombia?,
¿Qué es lo que me motiva a levantarme y alzar mi voz en reclamación de un cambio?
Me persuade la no repetición de la historia de un país hermoso, diverso y extenso; que ha sufrido por décadas los vejámenes de la guerra, del conflicto, de la violencia y de muchos otros esperpentos que siguen condenando al pueblo a una crisis desproporcionada, despiadada y sin fin.
Me conmueve la vida de los Colombianos más vulnerables (Niños, jóvenes, mujeres, campesinos, indígenas, ciudadanía en general de luchadores) condenados a un existir de padecimiento y sufrimiento, en razón del egoísmo, el despotismo y la desfachatez de una clase dirigente sumisa al interés de los voraces y despiadados "dueños del mundo, dueños y señores de los factores de producción y del capital".
Me convencen los derechos, la lucha social, la esperanza de un mejor país lleno de oportunidades para todos, el deseo de millones de Colombianos en continuar el legado de aquellos auténticos y verdaderos líderes que un día dieron su vida por la conquista de nuevos derechos, nuevos escenarios y alentadores espacios para el desarrollo de una sana convivencia en libertad y democracia.
No obstante, ante la reveladora situación nacional no deja de indignarme cómo un país con tanta riqueza y diversidad ambiental, cultural, económica y política tenga 2,2 millones de compatriotas en la pobreza extrema y 9 millones en condición de pobreza. Un país donde los más ricos les toca el 55,7% de todo el ingreso nacional, mientras tanto, nueve millones de Colombianos pobres, se reparten apenas 3,9% del ingreso total, un país tremendamente desigual.
Me indigna el incremento del salario de la clase trabajadora, toda vez que en los últimos 10 años solamente fue de $331.116 (Un aumento completamente irrisorio), mientras el incremento del salario de los congresistas que de 1991 a 2018 pasó de $714.665 a $31.331.823, cerca de 40 salarios mínimos. Un país inequitativo, que año tras año aumenta las brechas sociales y atenta contra el bienestar de millones de Colombianos.
Me indigna la miopía en la política agraria de Colombia, que se ha convertido en un factor determinante para refrendar el atraso alimentario y nutricional de los colombianos. ( Donde uno de cada cuatro niños colombianos sufre de desnutrición oculta mientras que más de la mitad de los adultos entre 18 y 64 años (56 %) están en condición de sobrepeso u obesidad. De igual forma, la desnutrición crónica en la primera infancia (de 0 a 4 años) bordea el 10 por ciento y más de la mitad de los hogares no tienen acceso suficiente y de calidad a los alimentos necesarios para una vida saludable.)
Me indigna el asesinato descomunal y sistemático de líderes sociales, 222 compatriotas defensores de derechos habían sido asesinados hasta el 17 de noviembre de este año y cada 72 horas asesinan a una persona indígena en Colombia, un genocidio y un clima de terror que viven las comunidades indígenas, por ejemplo en el departamento del Cauca con más de 38.000 víctimas en el marco del conflicto entre los años 1985 y 2016.
Me indigna el derramamiento de sangre en el sur de Antioquia y el norte de Córdoba donde las Autodefensas Gaitanistas, los Caparrapos, el Eln y las disidencias de las Farc libran una feroz batalla por el dominio de las rutas del narcotráfico y la explotación minera. Por ejemplo entre el 1 de enero y el 12 de junio de este año, 9.056 personas de los seis municipios del Bajo Cauca y de los cinco del sur de Córdoba se han declarado como víctimas de desplazamiento ante la Unidad para las Víctimas. El 40 por ciento de la cifra total del 2018, que fue de 22.189, año en el que en el Bajo Cauca se registraron desplazamientos masivos por la emergencia de Hidroituango.
Me indigna que solo 1 de cada 4 personas mayores de 65 años se pensiona en Colombia, donde el problema es aún mayor si le sumamos que muchas pensiones son millonarias y se subsidian con el recaudo tributario (la cuarta parte de lo que recibe el Estado por impuestos se va para el rubro de pensiones). Un sistema de pensiones insostenible e inequitativo.
Me indigna que los Colombianos TIENEN que apelar a una acción judicial para recibir un beneficio (Su derecho a la salud), según la Defensoría del pueblo, en 2018 se interpusieron 207.734 tutelas (34 por ciento del total), una cada 2,5 minutos, para asegurar la prestación de un servicio de salud. Imaginen que no existiera la tutela (Y así algunos sectores políticos la quieren desmontar).
Me indigna la corrupción campante (NATURALIZADA Y EN CRECIMIENTO), la lista -casi interminable- de carruseles y carteles públicos y privados vinculados con la corrupción, el cartel de la contratación, del azúcar, del cemento, de los medicamentos, del papel higiénico, de los cuadernos, un mal que le quita anualmente a los colombianos 50 billones de pesos. El Guavio. Costo: $ 15.000 millones de pesos. Foncolpuertos Costo: $ 2,5 billones de pesos. Interbolsa Costo: $ 300.000 millones. Carrusel de la contratación en Bogotá Costo: $ 2,2 billones. Saludcoop. Costo: $ 1,4 billones. Fidupetrol. Cantidad: $ 500 millones - Cartel de la toga-. Odebrecht. Cantidad: pagó US$ 32,5 en sobornos a funcionarios y contratistas en Colombia. Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) Costo: $ 30.000 millones. (¿Ya entienden porque más impuestos?)
Me indigna que en Colombia han sido aprobadas por el Congreso de la República más de diez reformas tributarias en lo que va corrido del milenio buscando tapar huecos producto del desgobierno y la corrupción y que pagamos todos los ciudadanos de a pie.
Me indigna las cifras de desocupación que han venido creciendo de forma sustancial en Colombia: en agosto de 2019 se registraron 2’677.000 desempleados, 391.000 más que en el mismo periodo de 2018. Y como si no fuera suficiente, los niveles de ocupación siguen cayendo, pasando de 22,6 millones de trabajadores (agosto de 2018) a 22,1 millones (agosto de 2019), 562.000 menos. (El Desempleo en Colombia no cede).
Me indigna que las políticas nacionales no mitiguen la situación de los jóvenes que no trabajan y no estudian en Colombia, un estudio realizado por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario detalla que más de 580.000 jóvenes están en esta situación entre los 15 y 24 años, de los que 370.000 son mujeres y 212.000 hombres. (NiNis)
Me indigna que cada vez hay menos recursos para la educación (Y más para la guerra), por ejemplo en el año 92 le pasaban 10, 8 millones por estudiante, en el 2018 4,8 millones: cada vez las universidades públicas reciben menos recursos por estudiante. Colombia es el país latino que menos invierte en educación.
Me indigna la vulneración de derechos del territorio y del medio ambiente, la tibia e hipócrita política de cuidados a paramos, rios, fauna y flora en el segundo país más biodiverso del mundo. (Por no nombrar la crisis ambiental en la Amazonía)
Me indigna la vulneración de derechos del territorio y del medio ambiente, la tibia e hipócrita política de cuidados a paramos, rios, fauna y flora en el segundo país más biodiverso del mundo. (Por no nombrar la crisis ambiental en la Amazonía)
Estas razones pueden indignar a centenares de Colombianos, pero en lo que a mi respecta hay elementos de juicio más profundos que me aturden, me desvelan cada vez que escucho la radio, veo noticias o interactuo en redes sociales...
Me indigna como la politiquería nacional se asocia para atender sus intereses privados de capital y de poder, manipulando y engañando al pueblo colombiano a través de sus autoproclamados líderes regionales y locales que amplifican con eficacia y potencia los mensajes de odio, tiranía, demagogia y mentira llevando a la ciudadanía entre cortinas de humo y no al descubrimiento de la verdad nacional.
Me indigna como parte de la prensa nacional y regional se acomoda y se integra para promover el desprestigio, la desinformación y el odio hacia un sector político, que no comparte y admite la situación por la que esta pasando el país y todos sus habitantes. Atentando contra la democracia, provocando divisiones y conflictos profundos en las clases populares, dada su vulnerabilidad individual y colectiva.
Me indigna el odio y la violencia infundida que han apropiado los ciudadanos, enfrentados unos con otros en sus casas, vecindades, redes sociales, en favor y en contra de unos populistas hipócritas de cuello blanco que solo los defienden cuando hay elecciones y al momento del gobierno los han tenido en la ceguera y en la ruina, en la absurda discusión de las derechas y las izquierdas, las noticias falsas, las de farándula y las pasiones futbolistas, mientras el país se derrumba y arde sin la atención y el debate hacia los problemas que realmente nos aquejan a todos.
Finalmente me SOBRE INDIGNA el silencio de los educados, de los profesionales y de los conscientes de lo que pasa y estriba en el país con este sistema, con este gobierno. Su indiferencia, su silencio, su pereza condena al sufrimiento a millones de Colombianos, simplemente porque no los afecta directamente o porque el argumento de que "el país siempre ha sido así y nunca va a cambiar" es más fuerte que el argumento de que la lucha por el cambio y el bienestar social vale la pena y responsabilidad de todos.
Las anteriores razones cualitativas y cuantitativas solo son el resumen del adverso panorama nacional que dejan a cualquier Colombiano en un cruce de dos caminos, una senda ya transitada y conocida llamada RESIGNACIÓN y una senda que tímidamente algunos compatriotas con valor civil han caminado: LA MOVILIZACIÓN POR EL CAMBIO.
Hay algo que estamos haciendo mal como país... si estos "pocos" argumentos no tocan la sensibilidad y aumentan la conciencia de cualquier Colombiano (Sea del grupo o pensamiento político que sea), entonces... ¿Qué los indigna?
Ni de izquierdas, ni de derechas, la apología a la indignación en Colombia es solo una solemne expresión del sentido común.
#VivaElParoNacional
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