CORONAVIRUS, GOLPE AL PULMÓN PATADA AL BOLSILLO

Walter Andrés Duarte Hernández
17/03/2020 Consultor
Fundación Impulsa Futuro


Con la llegada y expansión del COVID-19 impensadas sorpresas ha traído consigo el año 2020 en apenas dos meses largos de arranque; el inicio de una nueva década en nuestra humanidad refleja imprescindibles retos y desafíos en los órdenes económicos, sociales y ambientales.

Cómo cualquier virus el COVID-19 es una enfermedad infecciosa, según la Organización Mundial de la Salud causada por el Coronavirus descubierto recientemente, después de estallar el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019. Se sabe que en los seres humanos el coronavirus causa infecciones respiratorias que parten de un resfriado corriente hasta patologías más graves como el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS); un golpe directo al pulmón que afecta a 1 de cada 6 personas que desarrollan la enfermedad grave presentando total dificultad respiratoria.

La propagación del virus causante de la COVID-19 se da principalmente por contacto con gotículas respiratorias, más que por el aire. Estas gotículas son procedentes de la nariz o la boca, que salen despedidas cuando una persona infectada tose o exhala. 

¿Patada al bolsillo? El camino cercano a la recesión global.

Más allá de los efectos nocivos en la salud de los seres humanos y las afectaciones a su sistema respiratorio, el Coronavirus le ha dado una patada al bolsillo de los gobiernos, las empresas y la ciudadanía. 

Lejos de esperar los trágicos efectos que ha provocado la hoy considerada pandemia, la economía mundial ya afectada por guerras comerciales de las grandes potencias económicas (EEUU y China), la convulsiva competencia en la producción de petróleo entre Rusia y Arabia Saudí, los acalorados debates sobre los modelos económicos y el cambio climático, y las provocaciones de guerra por el desarrollo de armas nucleares, se suma la propagación internacional del virus provocando el desplome de los precios internacionales del petróleo, el aumento desproporcionado del valor del dólar, la caída notoria de los mercados bursátiles y financieros (Cómo no se registraba hace más de treinta años) y la paralización de la producción en la industria por los mecanismos de prevención y protección en las ciudadanías puestas en aislamiento y/o cuarentena.  

Ante la evidente amenaza de recesión global, los gobiernos deben tomar medidas de choque para garantizar las condiciones necesarias hacia la recuperación económica de los países. Aunque es incierta la duración y los impactos económicos colaterales del virus, Colombia enfrenta una grave situación macroeconómica en este escenario, dada la alta dependencia de los ingresos generados por la exportación de hidrocarburos; la baja de los precios en el barril de petróleo ha generado un hueco fiscal, el gobierno no tiene los recursos necesarios para la implementación de sus políticas, programas y proyectos, generando incluso un déficit presupuestal para los gastos propios de operación y funcionamiento del Estado.

Hoy los Colombianos son más pobres que hace una semana con la devaluación del peso, las importaciones de insumos industriales, alimentos, electrodomésticos se encarecen, generando un impacto directo en el consumo interno y la canasta familiar, dado que el 17% de los productos puestos en la mesa de las familias Colombianas son provenientes de otros países.

Al disminuir la producción nacional, se disminuye el empleo y con esto también el consumo; un escenario propicio para el aumento de la pobreza, la violencia y la crisis económica extendida en todas las regiones. 

Es el momento que el gobierno aproveche la compleja coyuntura social y económica e implemente las reformas estructurales que demanda el país, es la hora de recuperar la producción nacional, de rescatar el sector agrícola (reforma agraria), para eliminar de una vez la absurda dependencia por el petróleo y los graves efectos en la economía nacional de los tratados de libre comercio.

No basta bajar las tasas de interés en el banco central, pues esto aumenta el efectivo circulante y el consumo interno, por tanto una mayor inflación (que ya está en un punto considerable). 

Aumentar más la deuda externa para promover, estimular y asegurar la producción y la estabilidad nacional con un dólar tan costoso, se convierte en una operación crediticia no estratégica e inviable.

Relajar la regla fiscal (es el compromiso que tiene el Gobierno para reducir la diferencia entre los ingresos de la nación y sus gastos) puede generar un escenario más cómodo para la recuperación económica del país en el mediano y largo plazo.  

Finalmente ante el aislamiento y el escenario gris que deja este virus, urge por parte de las familias, el acatamiento de las medidas de protección y prevención (el respeto por los términos de aislamiento) y la generación de conciencia por la posible crisis económica que se avecina, reduciendo notablemente los gastos innecesarios, ajustando  sus hábitos de consumo corriente y aumentando notablemente la provisión y el ahorro. Siempre será mejor mis estimados...prevenir que curar.   

CORONAVIRUS, COYUNTURA DE CAMBIOS PROFUNDOS

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